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Casa Telar: Artesanas y artesanos del Salar de Atacama recibieron certificación en técnicas de Textilería Andina

Casa Telar: Artesanas y artesanos del Salar de Atacama recibieron certificación en técnicas de Textilería Andina

La iniciativa que comenzó en 2018, y que en su última edición participaron 50 personas, busca fortalecer los conocimientos de esta práctica ancestral desarrollada en el territorio para así poner en valor el arte textil donde se plasman elementos identitarios del territorio.

Revitalizar el arte textil del pueblo Lickanantay es el principal objetivo que persigue Casa Telar, cuya iniciativa que nace en 2018 de la mano de la comunidad, vivió un nuevo hito: la certificación de sus integrantes, quienes tras cursar clases teóricas y prácticas concluyeron con éxito un nuevo ciclo de aprendizaje.

Se trata de un proyecto impulsado por SQM y fundación ONA que se construye desde el interés propio de las y los tejedores de las comunidades de Larache, Socaire, Talabre y Toconao, como una búsqueda personal y comunitaria, con distintos objetivos; didácticos, pedagógicos y comerciales. De esta manera, se pueden generar recursos e ingresos paralelos a través del oficio textil, fortaleciendo las economías familiares de sus integrantes.

Durante la ceremonia de certificación, los y las alumnas fueron reconocidos por su compromiso y esfuerzo. Inés Cruz de Toconao, recibió la distinción “Mayor Compromiso y Espíritu”, quien destacó: “El Telar es algo importante que todos o la mayoría llevamos en la sangre. Es una cultura que tenemos que preservar y mantenerla en el tiempo, rescatando la textilería o las técnicas ancestrales para mantenerlas y así transmitir a nuestros hijos”.

Laura Segovia de la comunidad de Larache, también recibió el reconocimiento a la “Superación y Aprendizaje”. La tejedora tras recibir el premio explicó: “Uno dice quiero rescatar, pero mantener cuesta, pero ahí estamos en la lucha para seguir aprendiendo”.

En tanto, Antonia Mondaca oriunda de Talabre, recibió el premio a la “Mejor Compañera”. “Es una experiencia bien bonita, yo vengo de niña con esta artesanía. Dar las gracias por la certificación que me dieron y agradecer porque nos van a seguir apoyando más adelante. Es muy buena la experiencia”, expresó.

Sobre la trayectoria del programa y las proyecciones que éste presenta, José Miguel Berguño, Vicepresidente de Servicios Corporativos de SQM, indicó que: “estamos muy orgullosos de los resultados de este programa en sus 5 años de vida, el cual nos ha permitido reencontrarnos con tradiciones ancestrales y la cultura ligada al arte textil. Para SQM es muy positivo el poder apoyar y trabajar en conjunto en la recuperación de este arte y de esta manera propiciar el desarrollo de quienes habitan en el Salar de Atacama a través del rescate patrimonial y la creación de valor social compartido. Sin duda valoramos las ganas, experiencias, talento y perseverancia de sus integrantes por llegar tan lejos”.

Para la ejecutora del proyecto y directora de la Fundación ONA, Macarena Peña, “a través de Casa Telar continuaremos contribuyendo a poner en valor el oficio textil de este territorio, y relevar técnicas ancestrales que hacen únicos los productos que los integrantes están desarrollando. Es importante destacar que la fibra de camélidos utilizada en los telares proviene de llamas de ganaderos locales”. En ese sentido, la materia prima utilizada fortalece la cadena productiva y de valor, pues ganaderos de la zona son quienes proveen de la fibra para la confección de distintos productos textiles.

María Alejandra Zuleta, jefa de Asuntos Comunitarios del Salar de Atacama de SQM, expresó: “A través de la generación de estos espacios de aprendizaje colaborativos, que, además, se han adecuado a las diversas etapas que hemos vivido durante la pandemia, se ha mantenido vivo el espacio de encuentro en las Comunidades en torno a la textilería, lo que permite avanzar y cuidar estos legados ancestrales propios de las comunidades”.

Casa Telar tras esta certificación seguirá avanzando hacia la creación de diversos productos con un alto valor cultural y calidad única que pueden luego comercializar, impulsando así una cadena productiva local, pero además dando valor a su propia cultura y tradición.